Por todas las mujeres el aborto será

La lucha porque el aborto deje de ser clandestino es algo que me toca las entrañas, lo siento claro está en el útero, donde gesté dos de mis más grandes proyectos de vida, mis hijas, mis hojas que son del viento. Y es desde ahí que lo defiendo y lo lucho más allá de ese sueño casi idílico donde las mujeres podamos vivir nuestra maternidad y nuestra sexualidad plenamente. Lo lucho desde la solidaridad con mis hermanas, con las que la desesperación por un embarazo no deseado acuden a la clandestinidad, al estigma, a la marca de la vergüenza por un estado que les niega ser dueñas de lo único que traemos al nacer, nuestros cuerpos.

Me carcome las entrañas cada vez que nos llaman asesinas, sí, nos llaman, porque si atacan a una nos atacan a todas, cuando defendemos que una mujer puede decidir sobre su cuerpo porque llevar a término un embarazo es contraproducente contra su salud física y psicológica.

Me duelen las mujeres, las que han muerto por malos procedimientos, las que cargan la clandestinidad, las que han sido exiliadas de sus familias por decidir sobre sus cuerpos, me duelen esas que no han podido decidir y han tenido que asumir una maternidad impuesta, solas o acompañadas pero nunca decididas.

No es justo que sigan opinando y decidiendo por nosotras, que se nos siga negando tomar nuestras decisiones, que se nos siga imponiendo un mandato social. No es justo que se nos trata como no prioritarias, como temas que se usan para negociar, como si nuestra salud no fuera importante, no es justo que se nos prometa regulación básica para luego negarse por estrategia política.

Y desde esa injusticia y ese dolor que siento es que lucharé para que dejemos de pasar por esto, para que mis hijas sean libres y dueñas de su sexualidad, para que todas las mujeres podamos decidir y para que la clandestinidad deje de matarnos.