Cuando la muerte es joven
Cuando yo tenía 10 años se murió mi tío Ulises, él tenía 19, ya era grande, ya salía con sus amigos, tenía moto, era todo un adulto ante mis ojos.
9 años nos separaban, además de 3 países, él vivía en Guate y yo acá, por eso nos vimos pocas veces; pero esas cosas que pasan por casualidad, no había pasado un mes de cuando nos vimos a cuando nadie más lo iba a volver a ver. Recuerdo esa visita a Guatemala y ver lo grande que él era, según yo ya tenía su vida resuelta.
Hoy tengo 40, han pasado 30 años desde que murió pero él no envejeció, tío Ulises sigue teniendo 19, sigue viéndose como en la foto del bautizo de mi primo, él que es doctor y vive en Alemania. Yo ahora soy mayor que él, hasta podría ser mi hijo, porque él nunca envejeció.
Y es que ahora pensaba en eso, en como es de extraña la muerte que llega joven, esa que en algún momento se cumplen más años de estar muertes que de vives, cuando la muerte no sólo alcanza sino que sobrepasa y se roba todo lo que pudo ser; y se encuentra una un día random imaginando como hubiera sido la vida de esa persona que se fue tan rápido, que habría hecho, si hubiera tenido hijes, que haría en este momento, pensando si nuestra relación iba a seguir siendo igual de lejana o si cuando ambos creciéramos íbamos a tener algo en común de que hablar.
Pero bueno, todo al final es un supuesto, es un “si hubiera”, porque no puedo imaginarme esas cosas, no puedo imaginar a mi tío adulto, con casi 50 años en este momento, sólo lo puedo imaginar de 19 y yo de 10, viéndolo todo grande en su moto y su jacket de cuero.